He estado pensándola. La pienso a color, con aromas y sabores, y más que pensarla es además sentirla.
He estado pensándola, y al pensarla me acompaña ese dolorcito de atardecer, suavecito pero constante, justo en el espacio entre mi pecho y mi garganta.
He estado pensándola. Con el rostro iluminado con una sonrisa, esa sonrisa que hace que sus ojos sonrían a la par. Esos ojos que al mirarme me transportan..., me transforman.
He estado pensándola..., de cuerpo entero, a veces vestida pero mejor desnuda. Esa desnudez que se adueñó de mi tranquilidad. esa desnudez que a su vez me desnuda el alma y arropa mi espíritu.
He estado pensándola. Beso su recuerdo, la imágen de sus labios, la silueta que dibujo en el aire con mis manos. Manos que necesitan encontrar las suyas.
He estado pensándola aunque a veces quisiera olvidarla. Olvidar que un día su piel, sus ojos, sus labios, su voz, su cabello, sus pecas, sus gemidos, su respirar, su aroma y su pensamiento estuvieron tendidos a mi lado.
Olvidar cómo la miraba dormida, en perfecta desnudez, a diez centímetros de mi piel.
Olvidar cómo la miraba con una sonrisa dibujada en mi rostro y un suspiro cruzando mi pecho.
Pero recuerdo y por ende deduzco que no la he olvidado y así pensándola despido al día y saludo a la vida que se abre ante mí.