lunes, 6 de marzo de 2017

Ese lugar de ti en mí.

Aquí estamos... A más de un año de nuestro primer beso; de nuestro primer encuentro piel a piel y de nuestro descubrimiento uno del otro en intimidad y secreto. Aquí estamos y yo más confundido que nunca, más sumergido en ti que nunca, por no decir que más enamorado de ti que nunca.
Eres una presencia permanente: en mis pensamientos; en mis deseos; en mi necesidad de ternura y calma; en mis manos que te buscan para recrear esa pasión que sólo he encontrado en ti. Porque es a partir de ti que descubro nuevas maneras de sentirme y experimentarme. Es a partir de ti que encuentro una nueva manera de expresar mi pasión, de descubrirme más sensual y entregado, más completo.
Es una dualidad de experiencias en el día a día. Desde la alegría desbordada que me inunda los lunes al verte llegar después de un fin de semana de distancia y silencio, hasta el dolor de los viernes por a noche cuando debo colgar el teléfono sabiendo que dos días no sabré de ti.
En ti vivo la dicha y la confusión; la ternura; el delirio; la explosión y la represión de mis deseos. En ti me encuentro y en ti me fragmento. En ti me he encontrado pero irónicamente también me he perdido.
Contigo el tiempo danza a un ritmo de emoción y deleite. Cada instante que puedo mirarte o intercambiar palabras y momentos, alimentan mi día. 
Te extraño cuando no estás conmigo. Es un dolor punzante en mi pecho de no tenerte cerca, de no poder al menos escuchar tu voz con ese tono y cadencia que llena de sonrisas mi rostro. Es saberte compartida de manera desproporcionada. 
Y sin embargo entiendo que al menos en este momento, esa es la realidad que he elegido y lo acepto, pues prefiero ello a no tenerte. 
Has cimbrado mis cimientos y te has instalado en el día a día de mi vida. Formas parte de mi respiración y de mis estremecimientos, así como de los sabores que inundan mi boca. Eres recuerdo que se vuelve realidad cada vez que te traigo a mi conciencia y puedo sentir tus labios y tu lengua danzando en la mía; puedo recordar la sensación de la piel de tu espalda; puedo remembrar el aroma de tu cabello como si en ese momento estuviera hundiendo mi rostro en él.
Hay tantos momentos en que ansío un abrazo tuyo. Esa sensación de tener tu rostro recargado en mi pecho y mis brazos envolviéndote, sintiendo el movimiento de tu cuerpo en cada respiración y esa ternura que me inunda junto con la certeza de saberte mía por ese instante, junto con ese deseo de quererme fundir contigo y perdernos en un solo cuerpo. 
Hoy aquí estamos... Aquí estoy, aquí estás. Cada quien conoce sus coordenadas. 
Y siempre hay una pregunta constante en mí. Siempre quiero descubrir el lugar que ocupo en ti. Es esa necesidad de saber en el cuadro de tu vida como me identificas, si como un color, como un trazo, como la paleta de colores o si como el propio lienzo. Si como el pincel que va dejando su huella o como si la mano que lo guía. Si como el tema o como la inspiración.
Y con esa duda hoy te dejo, llevándome conmigo el sabor del último beso que nos dimos.