viernes, 7 de diciembre de 2007

Amnesia

Mi rostro es hoy espejo del júbilo y dolor del mundo.
Mi pecho es el crisol en el que se funden los rezos y gritos de los ausentes y de aquellos cuya voz aún no se extingue.
Mi mirada abarca resplandor y oscuridad y en el camino descubro nuevos colores y diferentes gamas de penumbra.
Mi esperanza es del tamaño de una nuez y mi fe de la extensión de un continente. Mis miedos me inmovilizan y el amor me transforma en llama que purifica.
Quiero detener esta búsqueda de la respuesta que aclare en mí todas las dudas e inquietudes que alargan mis desvelos y a la vez ser explorador de la verdad cuya voz expresa las mentiras escondidas en la historia de la humanidad.
Levanto el vuelo, de antemano sin la guía del destino escrito por los dedos de la eternidad y mi ayer se convierte en el lastre que detiene mi despegue y a la vez me brinda la noción de los que hasta hoy he sido. Me coloco las alas de la inmensidad de las posibilidades de mi ser y me dejo perder en la amnesia de la idea que hasta este día he tenido de mí.
En el espejo roto mi rostro me desconoce y en su resquebrajarse no logro distinguir las lágrimas que se deslizan por mis mejillas y me voy con la idea de haber estado sonriendo con cuya imprensión mi boca se muestra al mundo.
Regresé al mismo lugar mas sin la noción de que así era, por lo que mi conciencia es la de un niño recién nacido, sin imágen de quién es y sin los temores y distorsiones ante el universo que desfila a mi alrededor.
Y es con una sonrisa que cierro los ojos en el lecho del renacimiento que me espera. Duermo para olvidar los últimos residuos de lo que llegué a ser. Mañana despertaré, quizás. Y si lo hago miraré con nuevos ojos para volver a conocer todo lo que mi memoria creía saber. Pues esta noche olvidaré.

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