sábado, 30 de diciembre de 2017

Contrasentido

Tú y yo, ironía. No estás conmigo pero no puedo estar sin ti. Eres la falla en mi geografía. Una asincronía en mi tiempo. La nota que no encuentro en mi melodía.
Eres aquello que no debiera ser y sin embargo necesito.
Eres el espacio que mis manos anhelan. Eres todo lo que no tengo y aún así estás siempre presente. Mi primer pensamiento en mis despertares eres tú justo cuando más ausente te encuentras. Mientras más lejos te encuentras más profunda estás en mi piel.
Y a veces quisiera ya olvidarte, para darme cuenta que al desearlo te conviertes en el personaje principal de mis sueños.
Tú y yo, ironía. Contradicción, anti-lógica, paradoja, sarcasmo de la vida. Te pienso y sólo quisiera conquistar tu territorio con esta mezcla de furia y ternura que carcome mis días... Pero no tengo nada más que un sinsentido de recuerdos, sensaciones y emociones a los que no logro dar cauce y se desbordan sin rumbo definido, perdiéndose en su devenir.
Pasan los días, cada uno inicia con la esperanza de volverte a ver y muere con la cruda realidad de una ausencia que me hace solo mirar tus recuerdos a la distancia.
Eres una promesa no cumplida pero que continúa vigente. Un vacío lleno de desencuentros. Silencios que me gritan tu nombre y arañan mi espalda.
Eres aquello que no debió ser y que sin embargo hoy existe por encima de cualquier sensatez y cordura.
Dónde te encuentro más que en la memoria de mis manos y de mis labios. No puedo hallarte si no es en el rastro dejado por el aroma de tu cabello. Estás en las huellas invisibles que tus dedos dibujaron en mi rostro cuando me tomaban para besarme. Es decir, estás por todas partes menos aquí en mi lecho en donde poderte tener para ser mi primera visión al despertar.
Realidad contra anhelo. Una realidad que me abofetea con toda su fuerza desvaneciendo todos mis sueños acerca de ti y de mí. Enamorado y perdido. Ternura que choca de frente con la falta de ti. Deseo que quema mi ser y cuyo bálsamo sólo está, irónicamente, en el fuego de tu cuerpo.
Y aún así, me encuentro aquí, sin poder conciliar el sueño, aullando por que puedas escucharme desde mi desesperado insomnio...

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