Decidido estoy a reuniciar a mi andar sobre tierra firme y elijo viajar, a partir de hoy, en alas de dragón.
Me refugio en su lecho, resguardado por su casa, allá en lo alto, más lejos aún de donde el norte termina y el sur domina, allá en el olvido de un tiempo que al ser eterno, aquellos que vivieron antes no dejaron testimonio.
Como único testimonio cuento con este viento que enfría mi rostro y calienta mi alma, como único testimonio queda el dolor en mis labios y el fuego en mi vientre que nunca se apaga, pues su piel oscura y antigüa mantiene el fuego encendido y la paz dilatada y una eterna lágrima que no termina por caer, pues temo lastimar su cuerpo ardiente con mis gotas de agua y sal.
Compañero mío, dijo aquella noche, y esta locura se volvió cordura y de mi anterior cordura no hay residuo y hoy sólo mantengo esta voz que grita en mi adentro y guía el vuelo que contigo acompaño, compañera.
Este sueño que no acaba por concluir ni termina por iniciar, y en mi propio sueño vivo de insomnio y termino con el cansancio en el pecho para caer de nuevo en este difuso mundo de imágenes que siempre te incluyen, con un batir de alas que estremece el silencio, con tu sombra que acompaña el suave recorrido por estas tierras que estoy aprendiendo a conocer...