Hoy el café se quedó esperando... Curiosamente no me extrañó, nunca me extraña a pesar de mi ausencia. El café tiene un sano comportamiento: Si llego me recibe, y si no, sigue tan calmo y sereno como rosa en florero. Nunca llora por mi ausencia; nunca desgarra sus ropajes tostado y amargos... Sólo espera y si hoy hubiese llegado, me habría recibido con esa cálida presencia, más cálida aún que la piel de cualquier mujer... Miento, hay una que se equipara en temperatura a la bebida del placer y hoy me quedé yo esperando, caliente, como líquido a punto de estallar y me dejé enfriar ante tanta presencia fallida suya.
Mañana espero un sorbo de su parte, chupar la espuma que se escurre entre sus pezones, recibir en mí su fluido dulce-amargo, quemarme con el filo de su piel, y sorberle a cachitos, gota a gota que se escurren en la curva de sus nalgas.
Mañana habrá más suerte o no. es decir, ¡quién sabe!
Mañana espero un sorbo de su parte, chupar la espuma que se escurre entre sus pezones, recibir en mí su fluido dulce-amargo, quemarme con el filo de su piel, y sorberle a cachitos, gota a gota que se escurren en la curva de sus nalgas.
Mañana habrá más suerte o no. es decir, ¡quién sabe!
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