lunes, 9 de mayo de 2005

Hace Calor

Hace calor, calor de mayo, seco y despiadado. Calor de concreto y lámina.
Con tanto calor se me dificulta distinguir mi propio averno.
Contener tanta sensualidad, tanta sexualidad, se torna doloroso. Tanto que hasta mi sudor se ha secado y mi piel se resquebraja.
Me duele sentirme, me quema sentirme. Soy úlcera errante.
Te toco y pareciera que estuvieras también en ebullición. ¿Cómo haremos para calmar tanto fuego sin quemarnos? Tu saliva es agua hirviente que llaga mi ser como testimonio de su paso por mi piel. Tu sexo es la mismísima entrada al infierno y el mío es espada en llamas que arrasa, derrite y destruye.
Déjame fundirme en ti aunque mañana sólo queden las cenizas de esta osadía que dejamos crecer y devorarnos.
Quédate y quémate en mí...

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